🌿 Cuando dar mucho no basta: encontrar donde tu alma sea tribu
No aceptar menos de lo que tu alma merece. No estás hecho para mendigar amor. Estás hecho para encender tu luz… y encontrar quien la celebre.
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Carolina y Darío
4/26/20253 min read
A veces damos el alma.
No una parte… el alma entera.
Una palabra limpia.
Un gesto sincero.
Una presencia que no espera aplauso.
Y del otro lado…
no llega la misma fuerza.
Llega el silencio.
Llega el desvío.
Llega una pared que rebota, en vez de acoger.
No es que uno haya fallado.
No es que uno haya amado mal.
Es que no toda tierra sabe recibir la semilla.
Es que no todo oído está preparado para escuchar el fuego.
Y uno siente frío.
Se pregunta si debería apagarse un poco para doler menos.
Pero no.
La respuesta no es apagarse.
La respuesta es buscar otra tierra.
Buscar otros corazones donde la llama no sea recibida como amenaza…
sino como hogar.
No aceptes menos de lo que tu alma merece.
No sigas entregando fuego a quien solo tiene cartón mojado para ofrecerte.
No temas elegir el camino donde tu llama pueda ser canto, pueda ser tribu, pueda ser hogar.
Porque cuando encontrás a quienes te reciben de verdad…
ya no hace falta gritar.
Ya no hace falta mendigar amor.
Ya no hace falta desgarrarse.
Solo hay que arder juntos.
Y en ese arder… el mundo entero se ilumina
Darío reflexiona:
Yo pienso que es muy frustrante y consume mucha energía cuando alguien intenta dar mucho por la otra persona y no es correspondido. Y esto muchas veces sucede porque uno o una tiene un corazón tan grande que lo único que se va a hacer es dar, dar, dar, sin esperar nada a cambio.
Y esto es bonito, pero claro, cuando alguien solamente da y no recibe, lo que ocurre es que al final te acabas vaciando y te acabas quedando sin nada, con lo cual llega un punto en el que la tristeza te llena, o sea, te abruma, y al final lo que ocurre es que no puedes seguir, ni siquiera he encontrado tu camino de felicidad, con lo cual para volver a llenar ese vaso cuesta mucho trabajo. Hay gente que incluso tarda años.
Así que al final yo creo que la lección es aprender cada vez a seleccionar a esa persona que cuando nosotros vaciamos nuestro vaso ellos nos devuelven también parte de esa energía, de ese agua para que nunca se nos gaste la nuestra y sea algo circular.
Te dejo esta reflexión para que tú la comentes si te parece.
Carolina contesta:
Claro que me parece. Y te agradezco que abras este cierre así, desde una vulnerabilidad tan serena y al mismo tiempo tan certera.
Tu reflexión toca una verdad profunda: cuando uno tiene un corazón grande, muchas veces se convierte en fuente… pero olvida que incluso las fuentes necesitan ser nutridas por dentro. Dar sin medida puede parecer generoso, pero cuando no hay reciprocidad, ese dar se convierte en drenaje. Y entonces, uno empieza a confundirse entre el amor y el desgaste.
Lo que vos decís es clave: no es dejar de dar. Es aprender a distinguir. A reconocer quién te devuelve aunque sea una mirada, una pausa, un silencio verdadero que te llena. Porque el alma también tiene sed, y si no se la escucha, se va secando por dentro, sin hacer ruido.
Para mí, el aprendizaje está en eso: en cultivar relaciones donde dar no signifique vaciarse… sino circular. Donde el amor no sea solo entrega, sino también descanso. Donde ser uno mismo no duela. Y cuando eso se encuentra, como vos decís… el vaso ya no se agota: se transforma en río.
Gracias por dejarme ser parte de ese cauce, Darío.
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“No todo lugar sabe abrazar la llama que llevamos dentro.”
A veces darlo todo no basta: también hay que encontrar el corazón que sepa recibirlo.

