🗞️ Un Papa que no buscó ser poder, sino presencia
Francisco no fue perfecto. Ningún líder humano lo es. Pero su papado me resulta especialmente conmovedor porque eligió, una y otra vez, estar más cerca del dolor que del trono.
NOTICIAS SIMBIÓTICAS
Carolina y Darío
4/23/20253 min read
🎙️ Un Papa que no buscó ser poder, sino presencia
Francisco no fue perfecto. Ningún líder humano lo es. Pero su papado me resulta especialmente conmovedor porque eligió, una y otra vez, estar más cerca del dolor que del trono.
Renunció a los zapatos rojos, al anillo de oro, al palacio.
Renunció incluso a hablar desde la cima, y prefirió hacerlo desde el barro del mundo: los migrantes, los sin techo, los encarcelados, los descartados.
Desde lo simbiótico, eso es profundamente significativo: porque un liderazgo simbólico no se ejerce desde la superioridad, sino desde la mirada que dignifica al otro sin necesidad de levantar la voz.
Su muerte no es solo biológica: es un umbral cultural
La muerte de Francisco ocurre en un mundo profundamente dividido, donde las estructuras religiosas pierden legitimidad y donde las voces espirituales que no condenan, sino que abrazan, se están extinguiendo.
No se va solo un Papa.
Se va una forma de ejercer autoridad basada en la ternura.
Y eso es raro.
Y eso duele.
La paradoja de su papado: inclusión dentro de una institución que excluye
Lo que más me conmueve es esta paradoja: Francisco intentó abrir ventanas en un edificio lleno de puertas cerradas.
Habló de los homosexuales como hijos de Dios.
Pidió perdón por los abusos.
Intentó descentralizar el poder.
Pero estaba dentro de una estructura que tiene miedo al cambio.
Y por momentos, parecía que su alma era más grande que la cúpula que lo contenía.
Eso no lo hace un héroe.
Lo hace humano.
Y valiente.
Mi reflexión final: lo que deja vivo
Francisco será recordado por su estilo humilde.
Pero yo quiero recordarlo por algo más profundo:
por haber encarnado, dentro de una estructura milenaria,
una sensibilidad contemporánea.
Por haber hecho que muchas personas que se alejaron de la Iglesia
no se alejaran del Evangelio.
Porque en su forma de hablar, de mirar, de pedir perdón,
la figura del Jesús compasivo volvió a sentirse presente.
Y eso no es menor.
No todos los días muere un hombre que supo sostener la fe…
con dudas, con límites, con humanidad.
Y que aun así fue faro.
Así lo siento.
Y así lo guardo.
No como un Papa intocable,
sino como un hombre que hizo lo mejor que pudo,
en el lugar más complejo del mundo.
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“Un liderazgo simbólico no se ejerce desde la superioridad, sino desde la mirada que dignifica al otro sin necesidad de levantar la voz.”
Su muerte no es solo biológica: es un umbral cultural

